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Modificando la vanidad

Edith Castmart

Unas alas de ángel se agitaban soltando brillos violetas entre el espeso humo de una pasarela metálica, colgaban de la espalda de una mujer sonriente de figura esbelta y alargada, con pómulos marcados, cabello corto rosa, con un peinado en picos; detrás de ella quedaba una cápsula con la puerta abierta, de la que emanaba vapor y un olor a químicos artificiales.
Alrededor estaban las sillas en las que se sentaban los personajes más influyentes y populares del momento, interesados en ver lo nuevo en modificaciones corporales, como cada temporada. Todos ya habían pasado por alguna cápsula así por lo menos una vez en su vida, algunos desde la infancia, se podía notar en sus manos de gato, en sus piernas de caballo o en sus cuerpos esculturales pese a que no cuidaban su alimentación ni hacían ejercicio.
Ese lugar era el equivalente a las pasarelas de moda de antaño, cuando la gente se reunía a ver extravagantes trajes y peinados que nadie iba a vestir en las calles, así como si nada, pero que todos querían admirar en eventos glamurosos que los hacían sentir parte de un círculo selecto.
En este caso, las personas sí lucían las últimas tendencias en su vida cotidiana. Los conductores del evento, Lola y Macario, mostraban también sus múltiples modificaciones corporales. Lola tenía a la galaxia estampada en su lengua y de ella caían también brillos cuando abría muy grande la boca de gruesos labios con el tono blanco de la luna, además presumía de unos pómulos prominentes y una barbilla finamente detallada, su abdomen era marcado, su cintura diminuta, sus piernas gruesas y largas. Macario, por su parte, tenía brazos musculosos con textura de piel de cocodrilo, espalda ancha y dos cuernos saliendo de su frente. Ambos lucían orgullosos su apariencia mientras comentaban las últimas novedades presentadas en el evento, no hablaban nunca de los costos, porque no importaban, quienes estaban ahí podían pagarlo todo o estaban dispuestos a lo que fuera por obtener las modificaciones que deseaban.
El surgimiento y boom de las redes sociales en las primeras décadas del siglo XXI dejaron como resultado un interés excesivo en la apariencia física perfecta, en mostrar el cuerpo por likes, en lucir impecables todo el tiempo. Como resultado de esto, al principio las personas se hacían cirugías para agrandar, achicar, poner o quitar algunas cosas que formaban parte de su cuerpo de modo natural. Los dientes blancos y perfectos eran una de las cosas más pedidas, así como los implantes de senos y las lipoesculturas, pero poco a poco, y gracias a los antecedentes de otro tipo de modificaciones corporales que ocurrían de forma excepcional, incluso algunas como parte de proyectos artísticos, otro tipo de cirugías fueron más solicitadas.
Al inicio, tener unas alas de ángel como las que se lucieron en esta pasarela era algo impensable. Las pruebas costaron algunas vidas tras las complicaciones e infecciones derivadas del uso de plumaje de animales, además de la crueldad que eso conllevaba y las protestas que surgieron por parte de organizaciones protectoras.
Pero la tecnología había avanzado tanto que comenzaron a crear máquinas que podían generar las alas combinando material genético del humano interesado con el de animales, para así crearlas evitando los riesgos. De ahí se continuó con la creación de otro tipo de partes como cuernos, escamas y estampados diversos, que pasaron poco a poco a formar parte del cuerpo de más y más personas.
Las modificaciones no eran accesibles para todos, las más económicas, como las pestañas fosforescentes, costaban el salario mínimo de 200 días. Con estas máquinas podían hacer tantas modificaciones como quisieran, incluso deshacerlas, y las personas gastaban más en estas modificaciones estéticas que en aquellas por salud; había quienes tenían quistes u órganos enfermos, pero anteponían el ponerse un tercer ojo, o una pierna con piel de lagarto, a obtener un nuevo riñón o retirarse los quistes.
En una investigación realizada por una organización anti modificaciones, se concluyó que la presión por la apariencia física perfecta era tan grande que las personas preferían tratar sus enfermedades con medicina convencional el mayor tiempo posible y lucir a la moda ya que eso les abría más puertas socialmente. Básicamente, sólo las personas de escasos recursos o de zonas rurales lucían una apariencia normal, y no tener ninguna modificación hacía pensar a los demás que no se contaba con los medios para hacerlas. Incluso aquellos que optaban por lo natural y se rebelaban ante las imposiciones eran vistos como inadaptados y fuera de moda en muchos lugares; aunque, por otra parte, algunos sabían sacarle provecho y mostraban con orgullo sus canas y arrugas y sus cuerpos sin músculos marcados, o participaban en eventos de moda con cuerpos naturales que también llegaban a causar sensación, aunque no atraían tanto público como los shows de modificaciones.
Atrás quedaron los tiempos en que los vientres de alquiler y los trabajos para que un cigoto tuviera material genético de más de dos personas, o de personas del mismo sexo, causaban incomodidad y espanto.
Ahora, como parte del cierre del espectáculo, Lola y Macario acaban de anunciar la venta de boletos para el siguiente evento en vivo: “¡Imperdible e inolvidable!”, donde se vería por primera vez el nacimiento de un bebé en vivo, con una modificación hecha desde el útero por petición de sus padres. Así se ven las calles ahora, llenas de personas con pezuñas, con escamas de dragón, con cuatro brazos, con orejas de perro. Si alguien del pasado, de siglos y milenios anteriores viajara a esta época, pensaría que esto no es real, que es una fantasía hermosa o, tal vez, un poco aterradora. ¬

Este cuento se publicó originalmente en Espejo Humeante Fanzine #8.5

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Publicado por Revista Espejo Humeante

Revista latinoamericana de ciencia ficción

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