Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar

Literatura de contacto: Un pájaro en el ojo, de Xóchitl Olivera Lagunes

Rafael Tiburcio García

Un pájaro en el ojo
Xóchitl Olivera Lagunes
Casa Futura Ediciones, 2021.
Pachuca, México. 128 pp.

Conocí a Xóchitl Lagunes en redes por recomendación de Lola Ancira a través del cuento “Bolitas de luz”, una historia a la que, si hubiera que ponerle género, la llamaría fantasía urbana, y si hubiera que asignarle además categorías de análisis, la llamaría neofantástica o fantástica moderna. En un momento vuelvo a eso.
Coincidimos desde el principio en ciertos aspectos que, a pesar de que nuestra literatura puede ser muy distinta, parten de algunos referentes similares, tenemos una formación ajena a la literatura, somos algo otakus de la vieja escuela y nos interesan, a cada quién a su manera, el tratamiento de aspectos sociales desde historias introspectivas, en el caso de ella desde una perspectiva que bien podríamos llamar la politización de lo privado. Durante este par de años hemos colaborado en diversos proyectos, desde los talleres en línea de Tejiendo Historias, hasta nuestros proyectos literarios en las revistas Semillas de Sauce y Espejo Humeante.
De vuelta a lo que les comentaba, asocio “Bolitas de luz” y otros cuentos de Xóchitl con el fantástico moderno en el sentido teórico en que lo proponen autores como Jaime Alazraki, Lauro Zavala y Omar Nieto, es decir, un tipo de relatos o historias en las que el tratamiento de lo real y lo maravilloso se invierten.

«Yo dejaba de ser un cuerpo sólido para convertirme en agua: en lago, en río, en cauce, en mar. Las bolitas de luz me calentaban, me hervían, me convertían en vapor y me precipitaban sobre nosotros mismos. Sus manos ya no estaban frías, su ropa húmeda de mí se le pegaba al cuerpo, y entonces la luz ya invadía dos cuerpos en un espectáculo que la gente contemplaba».

Bolitas de luz (2020, El Universal San Luis)

«Abrí la bolsa, tomé impulso desde atrás y lancé las cenizas que salieron en pequeñas partículas que no tardaron en dispersarse. El viento las revolvió con fuerza, luego las condujo en un remolino que las fue acercando hasta convertirlas en una estela opaca que cambiaba de color. De un momento a otro fueron grises, blancas, tornasoladas».

Hasta el fin delo mundo (2021, Tierra Adentro)

Lo sobrenatural pasa a ser tratado con la calma y naturalidad de lo cotidiano, mientras que lo real, lo mundano, a la usanza de Kafka, Cortázar o Dávila, se enrarece hasta volverse mágico y hermoso, como en el caso de “Bolitas de luz”, o inquietante y grotesco, como en los cuentos de Un pájaro en el ojo.
Es importante establecer este antecedente porque es una constante en sus narraciones breves. Y es importante no por la aparición de lo fantástico en sí, sino porque esa irrupción opera en el texto como un nivel de la realidad textual (en el sentido de que los sucesos “ocurren” en el relato), pero también , como una suerte de simbolismo metanarrativo que funciona del mismo modo que lo haría un mito: asignando coordenadas y significados a esos eventos que nos ayudan a entender la realidad.
Este tratamiento de lo mítico tampoco es accidental. Los talleres literarios que imparte Xóchitl Lagunes suelen enfatizar la escritura desde dos perspectivas:
La primera relacionada con el viaje de la heroína, es decir, desde un sentido mítico pero tamizado por el presente. Es bien conocido el monomito de Joseph Campbell como una suerte de metaestructura arquetípica que orienta el tipo de historias que es posible contar; pero Xóchitl añade una coordenada más: el llamado viaje de la heroína, una revisión que Maureen Murdock hace al monomito con intención de reflejar el periplo de las protagonistas de historias desde de una visión distinta al androcentrismo. Ejemplos del viaje de la heroína aplicados a historias hay muchos, desde series como Star contra las Fuerzas el Mal , Owl House o Hilda a películas como Valiente, El Cisne Negro, la filmografía de Hayao Miyazaki en estudio Ghibli y la reciente y aclamada Turning Red.
La segunda perspectiva desde la que Xóchitl aborda ciertas historias es la corporalidad, algo que podría parecer antitético en principio con el punto anterior, pero que no lo es si atendemos a la posibilidad de la palabra para detonar las formas en que experimentamos la realidad, casi siempre a través de los sentidos.

Presentación editorial de Un pájaro en el ojo, 23 de abril de 2022.

Así llegamos a Un pájaro en el ojo. Los cuentos de este libro bien podrían integrarse como una literatura de sensaciones que se desarrolla a partir de tres temas centrales: la ya mencionada corporalidad, el duelo y el que me parece más importante: la empatía. Como indica la sinopsis del libro, “las historias de Xóchitl permiten sentir cada punzada bajo la piel, es una escritura hecha desde el cuerpo que permite compenetrarnos con las protagonistas de sus historias y situarnos en atmósferas terroríficas y realidades inquietantes. Para adentrarse en estos cuentos y conectar con el extravagante universo de la autora, hay que permitirse […] leer con la totalidad de los sentidos”. Sin embargo, predomina, me parece, el sentido del tacto, convirtiéndola en cierto modo en una literatura del tacto, o de contacto, si apelamos a la crudeza de ciertos pasajes.
Hormigas bajo la piel, hongos en las uñas, pelos de gato, tierra en la cabeza, sirenas que caben entre los dedos, quimeras que nacen de deseos, así como otros personajes, más realistas pero no menos terribles, que sufren o causan sufrimiento por igual, porque no siempre hay reivindaciones en estos textos. Se trata de cuentos que exploran y llevan a sus límites imaginativos las experiencias que podemos percibir con los sentidos, en historias que a veces apelan a lo fantástico, a veces a lo feérico y muchas veces al terror, pero en todos los casos desde una visión contemporánea, más personal que social, que prefiere centrarse en lo que hace frágiles y vulnerables a los personajes y, por eso mismo, dignos de exponer sus historias y miedos.
Jovany Cruz, editor de Casa Futura, comentaba el otro día que las sensaciones que experimentó: “…noté una sensación desde el primer cuento: algo podría pasarle a mi cuerpo, algo podría invadirlo, y esa inquietud me motivó a querer compartirlo”, y sí, los 16 cuentos que conforman el libro, divididos en bloques o categorías, generan esas inquietudes.
Los primeros presentan estructuras y temas afines que se refuerzan entre sí; esto es algo que no entendí en una primera lectura. Y, en efecto, son los cuentos que más abordan la corporalidad desde lo ajeno, lo extraño, se trata de corporalidades a menudo amenazadas o invadidas, que simbolizan una realidad que puede ser a veces triste e inquietante. Hay una reseña del cuento “Crisálida” en la que Alicia M. Mares explica mucho mejor que yo esto que les digo.
Otros cuentos priorizan sus premisas por sobre la anécdota y una tercera variedad, más “tradicionales”, prefiere descubrir los universos emotivos de sus protagonistas a la par que nosotros y la propia autora, anteponiendo la fabulación a cualquier plan o escaleta.

Destaco personalmente el cuento que da título al libro, “Un pájaro en el ojo”, en el que una visita al médico se convierte en un pretexto para que el diálogo y la anécdota se impongan por sobre la estructura. Es un cuento extraño en el propio libro, con más diálogos, y narrado desde una distancia más lejana que los otros, pero contando una historia hermosa.

—Los efectos de un pájaro en el ojo dependen de muchas circunstancias. Tú eres joven, no deberías tener complicaciones. En gente mayor es más difícil.
—Bueno, dígame qué cuidados debo tener.
—Yo sólo te voy a recomendar unos lavados con manzanilla y de aquí te voy a canalizar con un especialista.
—¿Otro oculista?
—No. Un especialista en pájaros en los ojos. (p. 33)

“Musgo” nos presenta una efigie de roble que le recuerda a su creadora lo insoportable que es una pérdida.

¿Qué tanto podría alejarme de la estatua? ¿Me pasaría algo si lo hacía? No quise arriesgarme, y en realidad tampoco tenía ganas de estar lejos de ella. Me acurruqué cerca. Pasé mis manos sobre su piel de terciopelo. Me pareció por un momento que con las yemas de mis dedos absorbía la humedad que ella desprendía. […] Pasé mis palmas sobre el musgo. Era la misma silueta, la misma altura, el tamaño de sus pies, pero era una masa verde que vivía de madera muerta. (p. 31)

“No te muevas” es un monólogo críptico y claustrofóbico con un manejo poderoso de la tensión. Me hizo pensar en una persona encerrada y me llenó de miedo saber que existen personas que viven eso mismo, no alegóricamente día a día.

Okey, okey, primero cálmate. Respira despacio y trata de jalar poco aire. No te muevas. Está oscuro y no sabes qué hay cerca. Inhala… Exhala… Inhala… Exhala… Inhala… Exhala… Piensa. Intenta acordarte de algo, de cualquier cosa… ¿Qué estabas haciendo hace…? ¿Cuánto tiempo llevas aquí? (p. 99)

“Naturaleza muerta” presenta a una anciana en estrecha relación con su jardín. En este cuento el viaje de la heroína se manifiesta con mayor claridad.

No estoy segura de que alguien hubiera notado que la abuela tenía alguna especie de conexión intangible con la naturaleza que la rodeaba. En su casa nunca faltaron las plantas, de todos tipos. Donde tirara una semilla, algo crecía. (p. 67)

“Live Note” presenta una interesante inversión de la Death Note y la mitología de los shinagamis presente en el manga. Pero el cuento va más allá de la muerte. Habla de la esperanza, del arrepentimiento, de los errores y lo que no se puede recuperar.

…junto a la almohada había un libro de pasta blanca. Arriba, en el centro, se leía el título: Live Note. ¿Live Note? ¿Qué era una Live Note? ¿Quién la había puesto ahí? Una broma de su hermano seguramente. Pero no, él no sabía nada sobre death notes o sobre su sueño. // Abrió el libro en la primera página y, tal como la había sucedido a Light en el anime, encontró una serie de instrucciones… (p. 80)

Y, por supuesto, destaca también el cuento que cierra el libro, combinando una serie de descripciones hermosas y melancólicas que se contraponen a la narración de las atrocidades que conocemos, más no presenciamos.

…tenían ante ellos un camino de prendas de ropa sucia de tierra lodosa. Un suéter rosa, un pantalón de mezclilla, una blusa pequeña con un dibujo irreconocible en el frente, una camiseta amarillenta con gotas rojas en toda su extensión. Un par de calcetines rosas. Y, algunos centímetros más allá, un zapato de tipo escolar. (p. 122)

“Semillas de sauce” se convierte así en una crónica desgarradora de las mujeres que desaparecen a diario y el vacío que nos dejan, lo sepamos o no. Y su vigencia duele.

Debajo de todas estas historias de horror y fragilidad se esconde el que quizá sea el tema más importante de estos cuentos: la empatía, una que los personajes traslucen mientras caminan mirando al suelo, mientras cuidan de aves diminutas, o mientras sus familiares, presas del olvido, arrastran con ellas el verdor de los jardines o entregan sus dones en sueños luego de que han muerto. ¬

Rafael Tiburcio García (Villahermosa, 1981). Escritor, melómano y locutor. Conduce y produce los podcasts Indisciplina y Espejo Humeante. Autor de Cuentos de bajo presupuesto (2014) y Rabia | Ikari (2015). Mención honorífica en el Primer Premio de Libro de Cuentos Imaginación y Futuro de MexiCona. fb, tw, ig: @juancorvus.

Anuncio publicitario

Publicado por Revista Espejo Humeante

Revista latinoamericana de ciencia ficción

2 comentarios sobre “Literatura de contacto: Un pájaro en el ojo, de Xóchitl Olivera Lagunes

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: