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Todo discurso es ficticio, especialmente en los relatos históricos

Miguel Ángel Lara Reyes

Una lectura de El juego secreto de Moctezuma. O de cómo los españoles perdieron la guerra contra los aztecas, de Omar Nieto

1. El relato histórico puesto a prueba por una ficción

La ficción atraviesa todos nuestros discursos. También (y sobre todo) los discursos que tienen por objeto específico la realidad. Incluso, existen pensadores que afirman que, estrictamente hablando, no hay discurso que pueda referirse única y exclusivamente a lo real. En sentido lingüístico se tiene la certeza de que los hechos reales no son sino construcciones del lenguaje, y que no existe una realidad que no se reduzca, en última instancia, a relato (Costa, 2018). Por tanto, la historia, o las narraciones con las que abordamos la historia nos son accesibles solo a través de una previa textualización. El filósofo griego Gorgias clarificó esto en las famosas tres tesis con las que concluyó que nada existe, puesto que, según sus elucubraciones, ninguna verdad se puede reconocer en el pensamiento ni se puede comunicar mediante el lenguaje; es más, afirma que ni siquiera podemos esperar que haya verdad en el pensamiento ya que todo lo que pensamos bien puede ser falso o ficticio. ¿Cómo entonces nos hemos convencido de que la historia de la conquista de México nos ha sido contada a cabalidad?, ¿cómo es que algunas ideas llegan a convertirse en certezas absolutas en el imaginario popular?, ¿son relevantes los actuales cuestionamientos a las relaciones de poder, a la idea del mestizaje, a la diversidad poblacional, al ejercicio de ofrecer y aceptar disculpas por agravios antiguos y a la historia que nos han narrado nuestros libros de texto y que solemos entronar como verdad absoluta?
Más de una vez se ha hablado del choque de culturas que hace poco más de 500 años configuró el país y el continente que habitamos, pero pocas veces desde la voz digna de los pueblos sometidos y con una interpretación tan significativa como la que nos presenta el escritor y teórico Omar Nieto en su novela El juego secreto de Moctezuma (HarperCollins, 2021). Mediante una narración fantástica, el autor poblano ilustra cómo desde el discurso es posible reconfigurar la manera en que las relaciones, aparentemente añejas e inamovibles, en realidad se transforman cuando se las discute, se las relata y se resignifican.
Existen enunciados que ayudan a sostener los relatos fragmentarios: «las cosas siempre han sido así», «eso nunca va a cambiar», operan en un inconsciente colectivo atado a las relaciones de poder que, para el caso que aquí tratamos, surgieron en el contexto colonial, donde las jerarquías siempre estructuraron las relaciones: la «sangre» y los rasgos culturales de procedencia africana o indígena se consideraron inferiores a los de los europeos: la negritud y la africanidad eran asociadas con la esclavitud; los indígenas tenían el estatus de vasallos; a ambos se los relacionaba con la barbarie y la heterodoxia religiosa (Wade, 2021).
Para comenzar a desmenuzar esta novela, podemos referirnos a la función pragmática de la lingüística, que a la hora de determinar la funcionalidad de las ficciones o de los relatos de sucesos reales, se atiende al carácter público: mientras que la literatura se consume individual y privadamente, el relato de sucesos reales está destinado a una esfera compartida de saberes, y en ese marco se la consume y se la observa, objeta, discute, cuestiona. En esta línea de la pragmática, Peter Lamarque y Stein Olsen entienden a la ficción como una «practica social gobernada por reglas y convenciones» en la que se narran «relatos que la audiencia toma como afirmaciones o como algún otro acto ilocutorio, aunque sepan que no lo son». El enfoque pragmático pone énfasis en la esfera de la recepción de las narrativas (Costa, 2018) y nos permite colocar esta novela en el foco de la discusión acerca de su función como agente modificador del discurso histórico que nos atraviesa.
Desde el punto de vista de la producción o de la recepción de las narrativas de sucesos reales, un relato interesa en la medida en que es referencial (Frege, 1971). La destrucción de voces y referencias nativas en el relato de la conquista de México contribuyeron a la sensación de vacío que presenciamos en ese amplio cúmulo de personajes «derrotados». El juego secreto de Moctezuma llegó para sumarse al cambio de foco en los discursos que, como contrapeso a la historia oficial, ayudan a equilibrar un relato que, hasta hoy, continúa influenciando las mentes de mexicanos y latinoamericanos.

2. La ficción socialmente aceptada

En la época medieval, los viajes desde Europa hacia Oriente inspiraron una vasta literatura, poblada de informaciones y sobre todo narraciones fantásticas, que sin embargo nunca sugirieron la idea de un Nuevo Mundo, que sí nació con los viajes hacia Occidente, inaugurados por Colón en 1492, primero con su llegada a tierras desconocidas y luego con su identificación como un continente desconocido para el Viejo Mundo. Este «descubrimiento intelectual» atribuido a Américo Vespucio en 1503, y finalmente el reconocimiento de su situación geográfica por Fernando de Magallanes en 1519 produjeron cambios de toda índole: filosóficos, teológicos, científicos, políticos, económicos, y también en la producción y difusión de las narrativas de sucesos reales. La novedad de América despertó una enorme avidez por conocer todo acerca de ese misterioso y tangencialmente diferente continente. Se escribieron formidables cantidades de cartas, crónicas y diarios, y circularon gracias a la difusión que les daba la imprenta. La literatura de sucesos reales llegó a convertirse en un éxito editorial que también favoreció la proliferación de narraciones apócrifas. Las descripciones de América resquebrajaron la cosmovisión medieval: la idea de un círculo terráqueo formado por partes iguales de tierra (en cuyo centro se hallaba Jerusalén) y mar (desconocido, en cuyo vértice antígono a Jerusalén se encuentra el purgatorio, según la ilustración de Dante Aligheri) (Costa, 2018). El «descubrimiento» del nuevo continente propició (aunque no concretó) la ruptura de la concepción de lo humano como exclusivamente europeo, mediterráneo y judeocristiano.
En cuanto al contenido y peculiar modo de combinar ficción y realidad que se da en los relatos de sucesos reales llegados desde América entre fines del siglo XV y principios del siglo XVI se pueden identificar (siguiendo una comparación que establece Beatriz Pastor) dos líneas muy diferentes en dos narrativas separadas por muy pocos años. Una es la escritura de las cartas y los diarios propios de Colón, en las que informa sobre las nuevas tierras y lo que existe en ellas; otras distintas son las Cartas de Relación de Hernán Cortés, que informan sobre la conquista de México. Estas cartas cumplieron un propósito doble: tienen un valor de uso, a mitad de camino entre epístola y documento legal, en el sentido de que narran e informan sobre aspectos múltiples de la realidad, e incluyen reflexiones e interpretaciones.
Aprovechando conscientemente este doble papel de su narrativa, Cortés intenta engrosar su posición dentro de la jerarquía de la conquista. Para ello, ejecuta dos tipos de discursos ficcionales: por un lado, relata una ficción sobre la conquista mediante la selección y transformación de los hechos reales que narra a los reyes, y por el otro, elabora una ficción sobre sí mismo, construyendo un personaje a la medida de sus propias aspiraciones y que, a la postre, serviría también para apuntalar las de la corona (Pastor, 1988). La insistencia con la que Cortés emplea el adjetivo «verdadero» para calificar sus dichos parece orientada a persuadir a los que lo leen a la distancia. Pero el carácter retórico de esta calificación salta a la vista cuando se contrastan sus dichos «verdaderos» con los que relatan sobre él mismo otros testigos y cronistas (Costa, 2018).
En lo inmediato, estas narraciones de los sucesos en el Nuevo Mundo se revelaron como productos que interesaron más allá de su primordial función legal y política a medida que se hizo evidente su valor comercial, y en los años subsecuentes, su valor ideológico como justificación para las diversas expresiones de poder, dominación y explotación en todo el territorio bajo control español. La cantidad disponible de testigos que pudieran escribir memoriales fue limitada, pero surgieron diversas narrativas que contribuyeron a crear un conjunto de historias que contaron y moldearon la invasión y conquista del nuevo territorio, y que mantuvieron su hegemonía discursiva hasta nuestros días.
Las crónicas y relaciones redactadas por Francisco López de Gómora, Bartolomé de las Casas, Bernal Díaz del Castillo, por mencionar a algunos, compactaron la visión de los vencedores. La visión de los pueblos originarios, de las naciones conquistadas, sistemáticamente fue eliminada en aras de la imposición divina y utilitaria del nuevo orden. Una fuerte resistencia a la destrucción de la imagen judeocristiana en el centro en el mundo aún domina buena parte de los argumentos de los que invocan la «superación de los agravios del pasado» y la «integración del mestizo orgulloso».

3. El juego secreto de Moctezuma, una novela transcultural

El modelo de la «transculturización narrativa», surgió como una reacción estética frente al regionalismo y al indigenismo, que se adjudicaban la autoridad de representar la voz de los sectores indígenas a través de modelos literarios heredados de Europa. En este marco, los autores transculturales desarrollaron nuevos modelos para poder renovar la estética del regionalismo y el indigenismo hacia nuevas posibilidades expresivas más adecuadas a su objeto. Con la creación de nuevos fenómenos culturales que incorporaran tanto las tradiciones ancestrales, indígenas o populares (recuperadas para resistir a los avances aculturadores de la modernización) como tradiciones occidentales, la narrativa de transculturación es capaz de renovar la literatura latinoamericana hasta el punto de convertirse en un modelo superador del indigenismo (Baudagna, 2018).
Dentro del modelo transcultural, se puede decir que El juego secreto de Moctezuma opera en los tres niveles del modelo estético: lengua, estructura y cosmovisión (Rama, 2008).  Lo consigue remitiendo su ucronía a la cosmovisión prehispánica del centro de lo que ahora es México, incorporando elementos discursivos propios de la oralidad, rompiendo así la distancia lingüística que impera en otro tipo de novelas que retratan el tema de la conquista, distancia que normalmente separa la lengua del narrador de la de los diálogos. Con este libro, sentimos que la narración nos habla desde el centro de los personajes nativos históricamente silenciados. Por ejemplo, Omar Nieto, con el conocimiento nativo en la mano, nos presenta en su lecho de muerte a Cuitlahuatzin, quien recibe una poderosa visión del Espejo Humeante, Tezcatlipoca, que le muestra el destino de todas las naciones originarias a manos de los españoles. Atendiendo al espíritu y las lecciones morales de este numen mexica, nos dirige al desarrollo de una trama circular, ataviada con una forma de ser, pensar y experimentar la realidad que no nos es extraña a los mexicanos. Y no nos es lejana porque se dirige directamente a la memoria ancestral del inconsciente colectivo que reconoce propios estos patrones, esta estructura no lineal, la lengua florida con la que se teje esta historia. Se trata de una lengua transcultural, sin diferenciación entre los discursos de los personajes y los narradores, que deja ver tras de sí las fuerzas subterráneas, sumergidas, de las lenguas nativas que pugnan por hacerse oír mezcladas con la sintaxis, la fonética y la semántica del castellano (Baudagna, 2018).
A través de los discursos y estructuras que remiten a las narraciones orales tradicionales, podemos argumentar también que la trama está atravesada por un «pensar mítico» que muchos críticos han tomado como elemento central para interpretar textos literarios. Específicamente, El juego secreto de Moctezuma se sirve del mito del descenso al mundo de los muertos. Aunque en este momento no profundizaré en tal análisis mítico, no deja de ser un importante acento en la configuración de la trama y un elemento elogiable en la ejecución creativa de Omar Nieto.

4. La resignificación de la cultura nativa y su función en la resistencia y dignificación social

Pienso que El juego secreto de Moctezuma representa una sólida declaración respecto al cambio de narrativa que de la conquista de México (y del eurocentrismo que se vive en Latinoamérica) se ha venido gestando desde hace varias décadas. El descubrimiento, traducción, reinterpretación y acceso a las denominadas fuentes indígenas (León-Portilla, 2012) agregadas a la resistencia de múltiples personas de perpetuar la adherencia al discurso oficialista, han permitido que al momento que estas líneas se escriben, vivenciemos un tiempo de reconocimiento y resignificación de la identidad que durante mucho tiempo se consideró inferior, pecaminosa, absurda, lo menos, y a la que acudíamos de lejos a través de visitas a ruinas arqueológicas o en forma de artesanías que el gran mercado pronto se encargó de copiar y abaratar. Mediante una ucronía, una historia de lo que pudo haber sido, el autor reaviva y confronta a personajes históricos en un espejo. Los coloca frente a sí para que el reconocimiento de sus cualidades se dé de manera completa, simbolizando así la integración del consciente y el inconsciente de lo que nos dijeron, pero también de lo que omitieron. Traza la ruta de la supervivencia del modo de vida de un conjunto de naciones, sí, separadas estructuralmente, pero unidas por una cosmovisión compartida que bien pudo constituir el nudo que mantuviera firme la resistencia ante la invasión.
Ciertas imágenes a lo largo de la novela resultan particularmente vívidas e intensas, como la del huey Cuitlahuatzin arrojando el cráneo cubierto en oro de Cortés en la playa de Cádiz, para luego vestir de manera ritual la piel desollada del aspirante a conquistador del Nuevo Mundo, costumbre ritual que dignifica al enemigo a los ojos de Xipe Tótec. Sin pretensiones morbosas o escandalosas, Omar Nieto enfoca la cultura tenochca en una serie de estampas saturadas de una amplia investigación documental, así como de su comprensión del modo de vida que, lejana pero no extraña, nos habla directamente a los que heredamos la parte sobreviviente del genocidio. Recuperando la musicalidad que el náhuatl traducido al español conserva, la prosa del autor poblano se teje como tilmahtli, detallándonos el ilhuicatl iohtlatoquiliz y el Mictlán, los niveles del cielo y el inframundo, así como cantares y poesía, un recorrido por el panteón mexica, donde toma particular relevancia el quieto conocimiento del Espejo Humeante, Tezcatlipoca, quien muestra la manera de imponerse a la obsesión europea por el oro, el dominio y la imposición ideológica, además de devolver importancia a un incontable número de pueblos que tarde o temprano tuvieron que defenderse del destructivo avance occidental: mayas, cihuatlancas, purépechas, yaquis, mayos, sinaloas, yopes, tecos, tlahuicas, malinalcas, huastecos, mixtecas, zapotecas, otomíes, chichimecas, tlaxcaltecas, encuentran en esta historia un lugar de importancia en la historia alternativa de los hechos contados desde otro punto de vista. Más que un consuelo, resignificar el pasado permite abrazar en dignidad y orgullo buena parte de los rasgos que como otredad nos hermana.
Que los españoles vencieron a los mexicas es una certeza casi absoluta. Que los españoles se tomaron muchas molestias para reemplazar el modo de vida nativo para establecer una extensión territorial homogénea lo es también. Que lo hayan conseguido es algo menos que indiscutible y algo más ficticio. El Juego secreto de Moctezuma representa la más reciente expresión de esa incómoda otredad que se ha dejado de ocultar, que desafía el papel secundario que en algún momento se le impuso y que vivencia el modo de ser y saber antiguo en pleno siglo XXI. La historia de cómo una nación de naciones confederadas venció a un enemigo común se convierte en una poderosa convocatoria que contribuye a la utópica visión de conseguir diluir la confrontación que entre las distintas autoasignaciones que existen en Latinoamérica permita unificar esfuerzos para caminar en comunidad, arropados de la cosmovisión nativa a la que seguimos asistiendo. Representa también la posibilidad de conseguir lo que muchas resistencias modernas persiguen: eliminar la narrativa limitante que hoy aglutina buena parte de las luchas sociales en la que diversas otredades defienden sus derechos. El otro contemporáneo es tode aquel que se niega a configurar su estilo de vida a un centro que obliga al despojo de expresiones de identidad distintas a la que en él se consideran aceptables. En la periferia se encuentran, por ejemplo, las comunidades que defienden sus territorios de las grandes empresas extractivistas, de la tierra, el agua y cualquier recurso susceptible de comercializarse (entiéndase sus territorios como esa porción de mundo en la que desarrollan su identidad vinculante, que les sostiene en todas las esferas de su individuación); les persones agrupades en la comunidad LGBTIQ+ cuyas demandas, de hecho, aglutinan a las de un montón de minorías segregadas de las esfera de acción y discusión pública y por supuesto las diversas expresiones de feminismo que cuestionan las jerarquías de género en las relaciones públicas y privadas, entre otras.
Hoy, el Espejo Humeante sigue mostrando poderosas visiones a los que se asoman a él. ¬

Referencias

  • Baudagna, R. (2018). “El pensar mítico como crítica social en Pedro Páramo”. En Sincronía 73 (M. Universidad de Guadalajara, Ed.).
  • Costa, I. (2018). Ficción y realidad en los relatos de sucesos reales. Universidad de San Andrés.
  • Frege, G. (1971). Estudios sobre semántica. Ariel.
  • León-Portilla, M. (2012). Visión de los vencidos. Relaciones indígenas de la conquista. Universidad Nacional Autónoma de México.
  • Nieto, O. (2021). El juego secreto de Moctezuma. O de cómo los españoles perdieron la guerra contra los aztecas. HarperCollins México.
  • Pastor, B. (1988). Discursos narrativos de la conquista: mitificación y emergencia. Ediciones del Norte.
  • Rama, Á. (2008). Transculturización narrativa en América Latina. El Andariego.
  • Wade, P. (marzo-abril de 2021). Racismos latinoamericanos desde una perspectiva global. Obtenido de Nueva Sociedad: https://nuso.org/articulo/racismos-latinoamericanos-desde-una-perspectiva-global/

Miguel Ángel Lara Reyes (Toluca, México 1984). Colaborador de la revista Página Salmón. Sus trabajos han sido publicados en revistas y en la antología Años luz (Activarte, 2018).

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Publicado por Revista Espejo Humeante

Revista latinoamericana de ciencia ficción

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