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Hiperbarrio y narcoestado

Angélica Lara Batallar, “Webstalker”

El barrio, la comunidad más alejada de la metrópoli que se distingue por su arquitectura, colores, banquetas mal construidas de manera improvisada, murales pintorescos y su fortaleza. La arquitectura de un barrio es una parte fundamental para entender su historia. A través del tiempo, las formas y el material que conforman el hábitat de una comunidad; expresan lo cruel que pudo llegar a ser el entorno con el individuo. Desde carencias, hasta el tipo de tecnología que se utilizaba. Nos aproxima a un contexto histórico en el cual vamos a poder entender cómo es que, a partir de nuestros antepasados, podemos especular cómo podríamos vivir en el hiperbarrio: un lugar rodeado de alta tecnología, pero en un contexto de baja calidad de vida y ultraviolencia.
El concepto «hiperbarrio» está compuesto por la palabra «hiper» que, de acuerdo con la Real Academia Española, se define cómo: “Elemento compositivo prefijo que se une a sustantivos y adjetivos denotando superioridad o exceso: hipertensión, hiperactividad, hipercrítico, hipersensible”; la palabra «barrio», que se define como: “Grupo de casas o aldea dependientes de otra población, aunque estén apartadas de ella”. Y en “Estado narco” del autor José Luis Solís González, se explica históricamente cómo a partir del neoliberalismo los Estados se han transformado en narcoestados, es decir, en estados que se han transmutado en instrumentos de intereses por parte de los grupos económicos, financieros y del negocio del narcotráfico (cárteles de la droga) que controlan la mayoría de entidades del país. Entonces, el hiperbarrio es una comunidad construida con base en los intereses del narcoestado que se encuentra en un estado de desarrollo superior, en cuanto a alta tecnología, apartado de la Metrópoli. Por ende, esta alianza narcopolítica ha conllevado a los narcoestados a continuar con la producción de la droga, mientras que los gobernantes y proveedores permanecen bajo el mando del narcotráfico. Bien o mal, como resultado, este sistema ha sido adoptado por los lugareños y productores que describen al crimen organizado como un mando de poder benéfico para la comunidad y la economía. Esto ha provocado que los mexicanos continúen con la búsqueda de una buena calidad de vida y ésta suelen encontrarla en las oportunidades que les ofrecen los cárteles, sin embargo, esta estabilidad tan deseada se termina corrompiendo a causa de la ambición por el dinero y el poder.

En el año 2006 llegó a la presidencia Felipe Calderón, quien inauguró el golpe contra el crimen organizado con “la guerra contra el narcotráfico”: la iniciativa Mérida fue un programa bilateral antinarcóticos financiado por Estados Unidos y México. Esta guerra, más allá de ser una estrategia para erradicar la impunidad, la corrupción y la violencia, que gira en torno al negocio de la droga, ha dado como resultado una inmensa oleada de sangre. Este hecho tiene muchos daños colaterales, sin duda, pero este ensayo sólo se enfoca en la ultraviolencia y el comienzo de la construcción del hiperbarrio con baja calidad de vida, pero rodeado en un contexto con alta tecnología. La «ultraviolencia» es un concepto ficticio creado por el autor Anthony Burgess para su novela La naranja mecánica (1962), su significado engloba a los actos violentos como acciones sin escrúpulos y ni justificación hacia quienes lo cometen. Este tipo de violencia está presente en la distopía del hiperbarrio; es una consecuencia del vínculo entre el narcotráfico y la tecnología: los drones han sido muy útiles tanto para transportar paquetes de droga como para sembrar miedo en los pobladores. Un ejemplo de ello es el bombardeo en Tepalcatepec, Michoacán, con fines publicitarios, un performance para advertir que el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) no teme dar la cara ni mucho menos duda de su poder, ya que ahora se ha convertido en una herramienta útil. Silkroad fue una plataforma en la que se podía vender y recibir como pago criptomonedas. La cripto más común fue el Bitcoin y el tiempo en el que estuvo en función va desde el año 2011 hasta el 2013, año en el que el FBI (Federal Bureau of Investigation) lo desmontó. Sin embargo, este sitio no ha sido ni fue el único en funciones, simplemente fue uno de los más populares. Este sitio tenía la misma función que la de Mercado Libre o Ebay. Otro caso es el uso de cámaras de seguridad; en el año 2015 el editor Brian Anderson realizó un artículo sobre “el gran hermano narco”, haciendo referencia a la creación de sistemas de videovigilancia propios por parte de los cárteles. En lugar en el que se cometió este acontecimiento fue en el estado de Tamaulipas y el objetivo de estas instalaciones fue vigilar a los ciudadanos mediante sus cámaras. Este sistema de vigilancia es un tema sumamente importante para los cárteles del narco, ya que la videocámara como método de vigilancia les permite obtener un mayor control en sus trabajadores y sus pobladores.
También las telecomunicaciones han sido muy útiles, incluso han forjado sus propias redes de comunicación. La construcción de estos sistemas se debe a que los cárteles aprovechan las frecuencias libres que se encuentran en el espectro radioeléctrico de nuestro país. Con el aprovechamiento de esta red, es posible comunicarse de manera libre y sin que la autoridad pueda intervenir en espionaje, ya que es totalmente descentralizada. Así, el hiperbarrio sería una consecuencia que se construirá poco a poco debido a sus antecedentes. La violencia es exagerada y generalizada porque justamente el narcotráfico es un negocio viable para ganar dinero de manera sencilla en ese futuro high tech/low life (alta tecnología/baja calidad de vida) donde las monedas nacionales están fracasando lentamente y sólo hay empleos de tecnología y de metaverso. La criminalidad se disparará en una especie de distopía cyberpunk ultraviolenta que controlará, principalmente, el narcoestado, operando con tratos exclusivamente en cryptos privadas como Zcash y Monero en las metrópolis principales del país.

El hiperbarrio engloba, precisamente, una hipótesis distópica en cuanto a la problemática local de los suburbios alejados de las grandes ciudades que están controlados bajo el mando del crimen organizado que provee y utiliza tecnología de manera no ética para su beneficio, principalmente, y el de la población. La noción de hiperbarrio es la high tech/low life del futuro de los barrios del país. El uso de la tecnología para fines violentos es una característica de esta distopía, los instrumentos de alta tecnología que utilizan los cárteles del narco están hechos para matar y generar miedo. Entonces las preguntas que se generan a partir de esta tesis son: ¿Hacia dónde va el avance tecnológico y el narcotráfico? Y esto ¿cómo va a impactar en el futuro?
El avance tecnológico va a impactar de manera negativa en México como consecuencia de su vínculo con el narcotráfico, dado que el panorama ultraviolento desemboca en la reconstrucción de una ciudad metrópoli repleta de tecnología de punta con grandes edificios y el rediseño de un barrio. Para llegar al diseño del hiperbarrio es importante señalar que la clave está en los hechos históricos sobre cómo una ciudad se fue modificando poco a poco conforme a las consecuencias de su contexto; los escombros sobre los techos, las paredes y las ventanas serán una guía sobre cómo pensaban el diseño de las casas y por qué estaban construidas de esa forma. La razón de un diseño está pensada desde el control de las masas; el número de habitaciones y el tamaño de espacio dirigen cuántos integrantes por familia deberían de ser. El material del cual están construidas resulta barato y fácil de manipular, no hay que quebrarse mucho la cabeza. Por otro lado, los “maestros” o albañiles se encargan de dar ese diseño cuando se les encomienda terminar de construir una casa para una familia grande y de bajos recursos. Las calles, llenas de baches, basura, perros callejeros y poco alumbrado son huellas para indicar que hubo descuido hacia la comunidad. Las casas abandonadas también jugarán un papel importante, pues son evidencia de cómo las familias huyen por temor al crimen y defienden su vida por sobre cualquier objeto material. Poco a poco todo se deteriorará y sólo sobrevivirán los que están trabajando para y con los cárteles, y los que se niegan a huir de sus tierras natales, quedándose a la espera de luchar en contra de y vivir en modo de supervivencia el resto de vida que les queda.
La conquista narco consumirá los barrios más pobres y olvidados de cualquier estado del país, concluyendo todo en ruinas. A partir de esto como resultado, la distopía abre paso al hiperbarrio, un lugar construido sobre los escombros que vieron nacer el terror del crimen organizado y la corrupción.
Podemos imaginarlo, incluso:
Aunque las ideologías sobre el control de masas se han llevado al plano tecnológico, se desconocerá de donde o quién proveerá la alta tecnología a estos personajes. Las casas ya no estarán construidas bajo las mismas condiciones que antes, incluso se podría deducir que la inteligencia artificial realizará dicho trabajo, construirá bajo los parámetros de los inquisidores del narco. La estética cyberpunk se hará presente en la estructura del barrio: la alta tecnología rodeará todas las colonias, la reconstrucción de “espacio” no existirá, porque todo será diseñado para estar lo más pegado posible. Todo esto para evitar que el enemigo se pueda infiltrar fácilmente y, al mismo tiempo, nadie pueda escapar sin antes haber pasado por un filtro riguroso autoritario.
La vigilancia está presente, el gran hermano no descansa, pero no se sabe de dónde nace esta plaga, es como si tuviera vida propia. El hiperbarrio, ahora será una comunidad construida con base en la alta tecnología, pero rodeada de miseria. Se distingue por su arquitectura autoritaria y colores apagados. Se sabe, por el momento, que podría llegar a ser de este modo, pero en realidad aún se ignora de dónde surgirán los instrumentos tecnológicos y químicos para terminar con una ciudad y apartarla. Surge del miedo hacia lo desconocido, pero la realidad es que será una herramienta muy útil para someter mediante ideas y reconstrucciones de humanos que también podrán modificarse fácilmente y omitir todo aquello que los pueda frenar de sus tareas ilícitas.
Estas modificaciones se realizarán gracias a un código, cassette o simplemente por algún químico o parásito, una combinación de ambos, quizá para introducirlo mediante pastillas o microrganismos evolucionados. Un ejército de mexicanos que socialmente han crecido con la idea implantada de que el hiperbarrio es la cuna de su salvación y que, sin lugar a duda, evolucionará en algo más grande si obtiene la ayuda de otros planetas con vida inteligente, dispuestos a conquistar el mundo con los militares del narco hechos de plomo que cargan consigo un arma tan grande que podría desaparecer a toda una metrópoli. Caravanas flotantes hechas de residuos de camiones de ruta viejos reconstruidos con nanotecnología que vuelan más rápido que las naves de última generación de la élite. Bombas hechas a partir de residuos tóxicos de las fábricas más monstruosas de la región; han aprendido, gracias a sus hackers, cómo elaborarlas y su grado de letalidad.
Por último, en sus estaciones militares ubicadas en el hiperbarrio, aguardan grandes chatarras armadas con pedazos de metal y cables, en forma de perros, escondidos para que cuando sea el momento indicado para atacar, vuelen directamente hacia las cabezas de sus enemigos para que, de este modo, puedan sustraer sus armas, mascarillas y armaduras para reutilizarlas en algún nuevo diseño para sus robots, casas o simplemente armas mejoradas. Los capos principales estarán construidos a base de tanques de guerra y uno que otro carro volador deshuesado, el sistema no será muy complicado pues, desde dentro, el capo de carne y hueso lo controlará para abrir camino con sus metralletas que adornan cada costado. Asimismo, sus buchonas estarán al mando de grupos delictivos sin dejar de lado el aspecto que las distingue, formado por escopetas de láser silenciado y brazos mecánicos que combinan con sus chalecos antiarmas escotados. En conclusión, la alta tecnología está presente en el hiperbarrio, pero la baja calidad de vida en todo lo que dejaron sus antepasados del cártel como herencia a sus futuras generaciones. ¬

Angélica Lara Batallar, “Webstalker” (México). Estudiante de la Licenciatura en Arte y Comunicación Digitales en la uam. Le interesan las artes visuales, el cine y la literatura. Actualmente su tesis explora el narcotráfico y su vinculación con la tecnología.

Publicado por Revista Espejo Humeante

Revista latinoamericana de ciencia ficción

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