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Fanzine Espejo Humeante. Edición 13.5, HARDOILED NOIR

En este número colaboran: Omar Delgado, Noé Hernández O., Daniel Bernal Moreno, Romy Riq, Ajedsus Balcázar Padilla, Rafael Sánchez Araiza, M. Sebastián Salas, Bernardo Martínez, Juan Pablo Goñi Capurro, Andrés Urrutia, Jovanni Dupin, José Talamantes, José Julio Zerpa Rodríguez, Dark Wanderer, Luis Manuel Solís, Óscar Delgado, I. A. Galdames, José Gaona, Julia Livia March, Martha Camacho, Claudio Echeguerry, Marcelo Medone, Lizeth García, J. R. Spinoza, Francesco Profilo, Freddy Auqui Calle, Caleb Olvera Romero, Eduardo Sabugal, Mónica A. Montoya (Delirio Oscuro) e Ignacio Navarro Cortez.

Matar al Ruiseñor

Su voz suave, aunque varonil, combinaba perfecto con el requinto de su guitarra. Más que Agustín Lara, que con todo y su piano, cantaba como si estuviera haciendo buches con piedras. En ese tiempo, él era el rey de la canción romántica; sin embargo, decían algunos, pronto Guty Cárdenas sería más famoso que Lara. Decían. Y hubiera pasado, claro, si no hubiera muerto.

Tríptico en negro

Coloca con cierta dificultad el letrero. Una lona pequeña, con letras rojas, como las que ha colocado en distintos puntos de la ciudad. El olor es nauseabundo, insoportable, pero no parece importarle. Su pelo está sucio, largo, enredado, grasoso, igual que su larga barba. Camina despacio, entumido por el frío del amanecer.

El extraño caso de Buck’s Row

Una pequeña pinta sobre uno de los bloques de la casa de los Dennson fue testigo de esta escena. Una cruz dentro de un círculo. La tarde del 28 de junio asistió a Whitechapel para encontrarse con esta marca en la pared. Suzanne Peterson, hija de diez años del comerciante Roman Peterson, había desaparecido la tarde anterior.

El asesino de las mil caras (tres capítulos)

El hardboiled rompió con el policial inglés no sólo por medio del estilo, sino, además, llevando el crimen a donde más frecuentemente ocurre: a los callejones y garitos clandestinos de la jungla de asfalto; a las pensiones de mala muerte y a los bares speakeasy, sacándolo de una vez por todas de las campiñas aristócratas, con sus pulcros mayordomos y su sagrada hora del té.

La muerte, la tinta

En el informe vi escritas cosas que tampoco me gustaron: los cuerpos de las víctimas habían sido aplastados de golpe y con mucha intensidad. La sangre se agolpaba en ciertos puntos, producto quizá de una fuerte succión. El líquido oscuro del pasillo resultó ser una mezcla de agua, sal y melanina, la misma que encontramos en la que fue la siguiente víctima. Puro pellejo y huesos quedaban. Lo que sea que lo atacara había devorado sin piedad. Devorar, claro, no era la palabra justa pero no se me ocurría otra.

Luna negra de sangre

El cuerpo estaba totalmente drenado de sangre, hasta la más ínfima gota.
—El primero en una centuria —dijo Gamoneda.
—Eso es lo que me preocupa.
Asintió y miró alejarse a Gamoneda, comandante general del departamento y quizá la mayor experta en el mundo de los fenómenos vampíricos.

Una conciencia limpia

“Servirán para lo que tienen que servir”, retumbó en su cabeza. La venta de humanos replicados estaba fuertemente controlada en todo el mundo. Ante las carencias en las que vivía, aquel dinero también resonó en su cabeza por un instante. Como una ráfaga, su conciencia moral suprimió aquel eco.

Puerto de sobrevivencia

Si bien puedo controlar los movimientos de Noir, salvo en momentos específicos, prefiero no hacerlo. Es una gata lista. Sabe cuándo pelear y cuándo correr, darle libertad de movimiento le ha salvado la vida muchas veces. En contraparte, siempre dejo abiertos los canales sensoriales, veo y escucho todo lo que percibe. Noir merodea el cuerpo. Es un hombre, quizás de 1.80 o 1.90 metros, no muy corpulento, o al menos eso parece.