El hombre que podía ponerse triste

Todo se desmoronaba para Leonard Larson, pues criado como humano superior, era el resultado de la sociedad del placer, condicionado a vivir enajenado por la dopamina y a negar la existencia de cualquier foco estresante, por mínimo que fuera.

La gente de la capital

Cástulo volvió al periódico, en un intento por distraerse en otra cosa. Sin embargo, las noticias se encontraban ya en blanco sin ninguna letra en ellas. Acercó el periódico a la luz de la ventana y no logró ver nada. Lo sacudió repetidas veces sin éxito. Tardó minutos en entender: la gente de la capital le negaba ahora el servicio de noticias.

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